Entre este 6 y 9 de noviembre se realizará en Chile la primera Semana Internacional de Transferencia e Innovación (SITI), que reúne a más de 40 líderes mundiales y representantes de 27 países que debatirán en torno a las perspectivas globales en la transferencia de conocimiento y tecnología. ¿Cómo aprovechar la oportunidad para hacer escalar al país a un desarrollo de nivel mundial?
En los últimos años, nuestro país ha tenido un desarrollo consistente en las políticas públicas relacionadas con el emprendimiento, la innovación y la transformación científico-tecnológica, gracias a las cuales han podido crecer las capacidades, infraestructura y, lo más importante, el talento en esta materia.
El foco hoy en día está puesto en fortalecer la institucionalidad respectiva para que tanto desde las universidades, los centros de investigación y los hubs de transferencia tecnológica, entre otras instituciones e iniciativas, sea posible articular el desarrollo científico-tecnológico y encauzarlo en soluciones concretas que impacten en las vidas de millones de personas; de esta forma, Chile podrá avanzar e implementar un modelo de desarrollo sostenible basado en el conocimiento.
Un ejemplo de este objetivo es lo que va a ocurrir en Chile durante noviembre con la Semana Internacional de Transferencia e Innovación (SITI), evento en el que el país se convertirá en el epicentro de la transferencia de conocimiento y tecnología con la participación de personalidades internacionales en la materia.
Sabemos que las capacidades existen y son cada vez más potentes, por lo que a través de la transferencia de la ciencia y la tecnología estamos resolviendo una brecha de articulación, gestión y conexión con la industria y el sector productivo público que resulta fundamental para enfrentar diversos desafíos que se viven en Chile y en Latinoamérica, siendo la crisis climática uno de los más relevantes.
El cambio de los hábitos de consumo humano en torno a alternativas más sustentables, y la toma de conciencia respecto a las consecuencias de modelos lineales que generan enormes daños en el ecosistema, han aumentado la urgencia de un desarrollo más sostenible, que permita la regeneración de los ecosistemas y que considere los costos ambientales y, a su vez, genere un mayor valor social, poniendo el bienestar, la salud y el florecimiento humano en el centro de cada acción.
Gracias a nuestra geografía y una cultura de isla, nos hemos vuelto un terreno fértil para la experimentación de nuevos sistemas de desarrollo que, bien guiados, nos convierten en pioneros del cambio, para luego demostrar su eficacia al resto del mundo.
Alcanzar este sistema requiere de un proceso de vinculación y transferencia de la ciencia y la tecnología a la sociedad con esta mirada, porque sólo así podremos contar con nuevos desarrollos y nuevos conocimientos aplicados que creen un cambio positivo en áreas como la salud, la educación y la sustentabilidad de nuestro medio ambiente.
En este sentido, Chile y Latinoamérica tienen una oportunidad única y un gran potencial para probar, validar e implementar nuevos modelos que sean catalizadores de este cambio en el mundo.
Esto, porque a diferencia de lo que ocurre en el hemisferio norte, con sistemas de funcionamiento más tradicionales, nuestro país cuenta con características específicas que son especialmente proclives a este desafío. En primer lugar, tenemos una población acotada con buenas capacidades de adaptación y adopción tecnológica; también una institucionalidad que se ha mantenido estable y que, en este momento, favorece la articulación de las capacidades científico-tecnológicas, facilitando que se puedan desarrollar, probar y validar nuevas soluciones.
Por otra parte, Chile posee una mirada de largo plazo que busca fomentar un modelo de sustentabilidad ecosistémica con medidas concretas, por ejemplo, el plan de descarbonización fijado para 2040 y la implementación de una base de economía circular.
Gracias a nuestra geografía y una cultura de isla, nos hemos vuelto un terreno fértil para la experimentación de nuevos sistemas de desarrollo que, bien guiados, nos convierten en pioneros del cambio, para luego demostrar su eficacia al resto del mundo. Y existe otro factor a considerar: para conseguir el escalamiento tenemos a nuestra disposición el mercado de Latinoamérica, donde compartimos el mismo idioma y la oportunidad de integración, lo que vuelve a esos modelos aún más atractivos desde el punto de vista del negocio y de la capacidad de personas que se pueden impactar positivamente.
La transferencia científico-tecnológica hoy está demostrando todo lo que es capaz de hacer por el bien del planeta y las personas, pero para que podamos potenciarla todavía más y transformar a Chile en un hub regional, debemos seguir trabajando en proveer la conexión necesaria -tanto a nivel local como regional-, para que las capacidades, productos y servicios puedan florecer, ser probados, validados e integrarse en mercados cada vez más grandes y atractivos que combinen las soluciones de ciencia y tecnología con el valor social y el auténtico bienestar de sus habitantes.
Sólo con la articulación del talento, la base científico-tecnológica y la infraestructura puestos al servicio del país, podremos efectivamente generar el impacto positivo que todos anhelamos.
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